

Ayer fue un día muy especial en Madrid, repleto de emociones: por un lado, charlar con Aroa Moreno, una escritora a la que admiro profundamente, sobre mi último libro y, por otro, inaugurar el espacio de La Anónima. Por no hablar del reencuentro con antiguos alumnos y con viejos compañeros de la facultad. Muchas gracias por todo, me hicisteis sentir como en casa.
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